MEMÒRIES PROPERES
Vaig retrobar aquesta mateixa impressió, fent un altre gran salt geogràfic, quan vaig rellegir fa poques setmanes Desgracia impeorable, el llibre que Peter Handke va escriure el 1972 arran del suïcidi de la seva mare. L'Àustria rural en què va néixer la seva mare, entre les dues grans guerres mundials, encaixa perfectament amb la descripció de Michaud:
De modo que la cosa empezó así: mi madre nació hace más de cincuenta años en el mismo lugar en el que luego moriría. Lo que había de útil en aquella región pertenecía por aquel entonces a la iglesia o a terratenientes nobles; una parte estaba arrendada a la población, que estaba formada fundamentalmente por artesanos y pequeños campesinos. la falta general de recursos era tan grande que el poseer una pequeña parcela de terreno era todavía algo muy poco frecuente. Prácticamente reinaba aún el estado anterior a 1848, con la sola diferencia de que la esclavitud formal había sido abolida.
Vet aquí un món de serfs, de gent sense propietats materials, sense casa ni coses ("apenas dejaban herencia porque su única propiedad, el traje de los domingos, se la metían en la tumba"), un món de fills naturals, com el mateix Handke, perquè no es disposa dels mitjans per casar-se ni per establir-se. I tot això, a més, en una regió, Caríntia, desagradable de viure-hi per la duresa de les condicions climàtiques:
El clima cambia mucho en esta región: inviernos fríos y veranos bochornosos, pero cuando se ponía el sol, fuera, a la sombra de los árboles uno empezaba a tiritar de frío. Mucha lluvia: ya desde principios de septiembre era frecuente que durante días enteros hubiera una niebla húmeda delante de las ventanas, que eran mucho más pequeñas de lo normal y que hoy en días apenas se construyen de un tamaño algo mayor; gotas de agua en las cuerdas de tender la ropa, sapos que en la oscuridad saltaban delante de uno de un lado al otro del camino; mosquitos, insectos, mariposas de noche incluso durante el día; gusanos y cucarachas debajo de cada uno de los troncos cortados de la leñera: había que acostumbrarse a esto, no habían otra cosa. Raras veces sin deseos y con un vago bienestar, las más de las veces sin deseos y con una vaga infelicidad.
No había ninguna posibilidad de comparación con otra forma de vida: ¿no había tampoco otras necesidades?
Ara que sembla que tornem enrere --o, si més no, fa l'efecte que correm el risc de tornar-hi--, trencant un cicle llarg de progrés general, aquestes concomitàncies entre societats i països diversos entorn del mig segle XX em provoquen una estranya inquietud, com si la memòria d'aquelles societats endarrerides i miserables s'hagués fos en l'actual civilització presentista i tecnològica. Però, de fet, costa poc reviure aquells temps, només cal gratar una mica en la nostra infantesa o, més pròpiament, en la dels nostres pares i avis.